martes, 9 de agosto de 2011

SAMANTHA Y VICTORIA


Por Priscilia Galàn
priscilla_ga@hotmail.com


La historia se remonta en marzo de 1974 en la Ciudad de Puebla, en medio de algunos cambios sociales importantes, se encuentra la vida de una jovena llamada Samantha quien vivía con su familia, compuesta por madre, padre y dos hermanos menores. Sus mamás eran bastante conservador@s pero a la vez respetaban su intimidad, ya que no era presionada por ser una mujer soltera a los 22 años, más bien su familia creía que por ser la única hija de la casa sería quien cuidaría de ell@s en la vejez, aunque ella no terminaba por convencerse de esa idea.
Samantha procuraba a sus hermanos, quienes eran Francisco de 16 años y el menor de 9 años llamado David, él cual cursaba tercero de primaria y por supuesto, era el consentido y sobreprotegido de la familia. Samantha iba todos los días por él a la escuela, porque al salir de su trabajo le quedaba de camino.
Ella era una persona amable, pero no muy sociable, prefería conocer bien a la gente antes de confiar y compartir de sí, aunque tenía sus excepciones. Eso cambiaría ya que con el tiempo compaginaría muy bien con otra mujer que veía en la salida de la escuela de su hermano, esperando a su hijo, se trata de Victoria, quien era madre a los 28 años de una niña de 6 y un niño de 9 años.
Todo comenzó cuando empezaron a cruzar las miradas todos los días afuera de la escuela de su hermano David. Sin embargo, en un principio no se dirigían ni una palabra, juntas esperaban a que salieran l@s niñ@s de la primaria, hasta que una tarde lluviosa las atrapo afuera de la escuela, era más bien una tormenta, todas las personas que se encontraban ahí corrieron a donde pudieron.
Samantha corrió a un refugio pequeño que se encontraba bajo un techo de tejas rojas que poco rato después, sin darse cuenta, terminaría compartiendo con Victoria, en esa ocasión mientras escuchaban juntas el agua caer y correr por las calles, Victoria se animó a hacerle la plática, aprovechando claro, que estaban solas y tan cerca. A Samantha le dio un poco de pena al principio, pero al paso de la charla, le dio mucha confianza aquella mujer extrovertida con la que paso muy buenos momentos conversando aquella tarde hasta que se detuvo la lluvia.
Así fue como se conocieron mejor, así fue como todo comenzó…
Después de esto, Samantha hacía todo lo posible para llegar temprano por su hermano para poder verla y si era posible, platicar con ella el más tiempo posible. Aunque no dejaba de preguntarse:
- ¿Por qué me gustará tanto observarla y escucharla? ¿Por qué sentiré mariposas en el estómago al sólo rozar su mejilla con la mía?, ¿Qué me está pasando? ¡Por Dios!
Mientras que Victoria se decía:
- Me encantaría conocerla más, sentir su calor muy cerquita de mí, creo que me estoy volviendo loca, ¿Qué me sucede? ¡Basta!
En fin, resulta que su hermano David y el hijo de Victoria iban en el mismo grado y aunque no eran grandes amigos comenzaron a serlo después de convivir tanto mientras su hermana y madre, respectivamente, platicaban.
Así pasaron varios meses, un día Victoria la invito junto con su hermano a comer a su casa que no se encontraba lejos de ahí para que “jugaran los niños”, al entrar Samantha se dio cuenta que no les iba mal económicamente, pero no le dio importancia, estaba muy feliz por compartir más tiempo con Victoria, aunque se sentía un poco triste y le pasaba por la mente que era casada, además de que se acercaban las largas vacaciones de verano por lo que no iba a poder ver en un tiempo a Victoria, pero en el fondo no lograba descifrar el por qué de aquella desolación, mientras pensaba esto, Victoria no dejaba de hablarle, le decía:
- Fíjate que un amigo de Gerardo, mi esposo, nos presta una casa en Acapulco, pero debido a que tiene mucho trabajo no nos puede llevar, y ya ves que l@s niñ@s se aburren mucho en esos días por lo que me anime a llevarl@s yo sola, pero bueno, se me ocurrió decirte a ti y a tu hermanito, que nos acompañen, claro si puedes, por los gastos no te preocupes, qué dices?
En ese momento, Samantha sintió una gran emoción y lo único que respondió fue:
- ¿En serio? suena muy bien, yo si puedo, tengo mis vacaciones pendientes en el trabajo, sólo le tendría que avisar a mis mamás y te confirmo mañana, no creo que me digan que no.
Victoria:
- Ah, pues ojala te digan que si… me daría mucho gusto que fueran con nosotr@s.
Aquella tarde terminaron de comer, Samantha no quería llegar tarde a su casa, en parte ya quería llegar a su casa para decirles a sus mamás, por lo que decidió despedirse y quedaron en comunicarse.
En el camino iba impaciente, pensando en cómo convencer a sus madres, se le ocurrió decir que Victoria era una mujer muy decente, buena madre, de familia ´bien´, y que además hace muchos años no visitaban la playa, que debían aprovechar aquella oportunidad, lo cual funcionó, sus madres cedieron y así, Samantha le confirmo que si iban acompañarles.
Victoria también ocultaba lo emocionada que estaba, pero hablaron sobre los preparativos para el viaje, como en dónde se verían, etc. Por fin, llego el día en que se reunieron en la terminal de autobuses, Samantha sentía mucha emoción, algo especial, presentía algo, aunque seguía sin quedarle claro de que se trataba.
Llegaron a Acapulco justo en un hermoso atardecer, se dirigieron a la casa que les habían prestado, al llegar l@s niñ@s corrieron a la alberca, Victoria y Samantha se las arreglaban para darles algo de cenar, pero felices, parecía que Victoria se olvidaba rápidamente de la ausencia de su esposo, de aquel hombre que pretendía dar cariño con dinero, que le llevaba varios años a ella y la trataba como adolescente, él ponía cada vez más de pretexto el trabajo para no convivir con la familia, aunque la intuición de Victoria le decía que había algo más que el “exceso de trabajo”, alguien más que le absorbía el tiempo.
Pero con la brisa del mar, el sonido lejano de las olas, ellas como siempre, disfrutaban de su mutua compañía, en una de aquellas ocasiones mientras estaban recostadas en las sillas de la playa y bebiendo agua de coco, hablaban de cosas relacionadas a la familia, problemas conyugales que tenía Victoria, de lo que la gente esperaba de ambas, de política, del futuro, de los sueños abandonados, pero también de ilusiones y gustos que consideraban conveniente empezar o retomar, se aconsejaban una a la otra; Victoria le sugería a Samantha que debía comenzar a tomar en serio la pintura ya que se le facilitaba, que quizá algún día podría montar alguna exposición o hasta vender sus obras y Samantha le decía a Victoria que retomara el montañismo que tanto le gustaba, donde había ganado ya varios premios y era reconocida en esa categoría, pero debido al matrimonio lo había dejado atrás.
En los días siguientes, visitaron la playa, nadaron y se broncearon un rato, comieron fruta y mársicos, mientras l@s niñ@s jugaban enterrándose en la arena, en sí, disfrutaban del paisaje y del momento, sin poder resistir verse de reojo cada que podían, ya que era nuevo para ellas admirar su cuerpo expuesto por el traje de baño, lo que les hacía sentir mucho calor y no precisamente por el sol.
Samantha admiraba la piel de Victoria color canela, sus grandes ojos, sus chinos alborotados, sus caderas anchas, en fin todo su cuerpo, mientras que Victoria no podía resistir verle su esbelta figura, su piel colorada llena de gotitas por el sudor y como volaba con el viento su largo cabello obscuro.
Una noche, mientras l@s niñ@s ya dormían cansad@s por jugar en la playa, ellas decidieron meterse un rato a la pequeña alberca color esmeralda, platicaban como siempre, hasta que llego el silencio mientras contemplaban las estrellas y la luna llena, cuando se dieron cuenta ya estaban muy cerca una de la otra, de repente se miraron y sintieron algo raro en el estómago, Samantha se acercó más a Victoria como queriendo decirle un secreto, aunque apenas movía sus labios y respiraba rápido, en ese instante Victoria no la perdía de vista, estaba atenta pero tranquila, queriendo no perder ni un sólo detalle de aquel momento que consideraba mágico, pero Samantha no dijo nada y de un salto brinco afuera de la alberca para secarse y decir:
- Estoy muy cansada mejor me voy a dormir, descansa nos vemos mañana.
Victoria se quedo pasmada y soltó un gran suspiro.
Al día siguiente ninguna de ellas comento nada de lo que había pasado, simplemente se saludaron como siempre, desayunaron chilaquiles, prepararon sus cosas y salieron a la playa, aunque de cierta forma como nunca había ocurrido, se estuvieron evitando un poco debido a que estaban muy pensativas.
Esa noche, l@s niñ@s cayeron dormid@s muy rápido por el cansancio, después Samantha decidió tomar una ducha, pero en eso escucho que tocaban la puerta, era Victoria que decía:
- No quisiera molestarte, pero ya no puedo aguantarme más las ganas de hacer pipi, ¿Puedo pasar?
Samantha le respondió:
- Ya estoy por salir, pero deja te abro.
Victoria entro al baño, pero minutos después decidió sorprender a Samantha adentro de la regadera mientras se secaba… así fue ante siluetas tan provocadoras de sus cuerpos desnudos que se encontraron por primera vez. Ellas se miraron por unos instantes fijamente; atraídas por esa mirada que las seducía, cada vez se acercaron más una a la otra para tocarse la piel, no dejaban de respirar; como sabiendo que había valido la espera, juntaron sus pechos, rozaron sus labios suavemente, comenzaron a besarse sin poderse detener, después, sólo se tomaron unos minutos para refugiarse en una de las habitaciones, se encerraron, atrapadas por la pasión… comenzó algo que marcaría sus vidas para siempre. Se reconocieron, se sintieron, se olieron y saborearon como nunca antes lo habían hecho con nadie más.
En la mañana siguiente fueron despertadas por los gritos de l@s niñ@s, pero eso no impidió que se abrazaran y se dieran un largo beso, se levantaron de la cama sin decir nada para vestirse con lo primero que encontraron y salir para comenzar otro día, un día especial lleno de nuevas sensaciones e ilusiones.
Sam se preguntaba:
- ¿Esto que estoy viviendo es real o un sueño hecho realidad?, jamás me había sentido tan feliz.
Sólo bastaba con que Victoria la rosara con la punta de sus dedos para sentir en ese momento como una energía recorría todo su cuerpo, por lo que no pudo evitar preguntarle a Victoria:
- ¿Sientes lo mismo que yo? ¿Aquí en el pecho? Mientras le tomaba la mano y se la ponía en su corazón.
Victoria:
- Claro que si lo siento, es algo maravilloso. No podían quitarse la mirada.
Aunque no todo pintaba de maravilla, en eso sonó el teléfono, era Gerardo quien sorprendió a Victoria diciéndole que al día siguiente saldría rumbo Acapulco, dándole instrucciones de que no fuera a salir de la casa para que pudiera recibirlo.
Sólo faltaban dos días para que regresaran a la Ciudad de Puebla y esa misma tarde llegaba el esposo, así que paso rápido el tiempo y cuando vieron, el señor ya se encontraba afuera de la casa bajando maletas de su auto.
Se podía notar en el rostro de Victoria y Samantha la tristeza por regresar a aquella realidad, en eso el esposo entró llamando a gritos a sus hij@s quienes corrían felices a sus brazos, al mismo tiempo volteaba a ver a Samantha, en eso Victoria aprovecho para presentarla: “Mira ella es Sam, Samantha, quien se animó acompañarnos”.
Él se mostró poco sorprendido y dijo:
- Oh, entonces tú eres la hermana del compañero de mi hijo de la que tanto habla mi mujer, se ve que se la han pasado muy bien,
Decía eso mientras se dirigía a Victoria para darle un beso y jalar su cadera hacia él, ante esto Samantha rápidamente volteó su mirada.
En el transcurrir de las horas fue difícil la convivencia de las tres adultas, el señor no dejaba de tomar tequila y decir incoherencias, parecía que le gustaba recalcar que era dueño de Victoria, decía que él era lo más importante en la vida de ella, porque ella lo prefirió a él ante el montañismo, además se jactaba en decir que ese no era deporte para una mujer y cosas por el estilo, mientras tanto Victoria pretendía tapar su tristeza con una sonrisa y se esforzaba para que todo fuera ameno, pero Samantha sólo hablaba lo indispensable y cuando podía se iba con l@s otr@s niñ@s a la alberca.
Era la última noche que estarían bajo el mismo techo, por lo que escasamente pudieron dormir, Samantha se despertó poco antes de que amaneciera, se dirigió a la alberca recordando aquella noche en la que casi besaba los suaves labios de quien ahora estaba enamorada. En eso sintió como unos brazos rodeaban su cintura, era ella, Victoria, la mujer que consideraba la más bella de la tierra. Fue otro momento intenso, donde se besaron y acariciaron, pero Samantha al abrazarla, no pudo esperar preguntarle:
- ¿Qué vamos hacer ahora? Se me va hacer muy difícil vivir sin ti, vente conmigo, podemos hacer muchas cosas juntas.
Victoria la veía tiernamente mientras le corría una lágrima por su mejilla y le respondía:
- También me será muy difícil vivir sin ti, ya nada es igual, estoy enamorada de ti, desde antes de hacer este viaje, sólo quería estar contigo, por eso te invite, pero creo que no te puedo dar lo que yo quisiera; sabes que tengo una familia, responsabilidades y no será fácil una relación como la nuestra porque no es bien vista.
Samantha:
- No me importa lo que diga la gente, el amor que nos tenemos será suficiente para luchar contra lo que piensen los demás, a parte yo podría ver a tus hij@s como mi@s, vivir contigo y hacer todo lo posible para ser felices.
Victoria:
- Si, sé que sería muy feliz a tu lado, sólo déjame pensar bien las cosas, para saber lo que voy hacer, no es fácil, pero te prometo que en cuanto regresemos te tendré una respuesta.
Se quedaron abrazadas en silencio, sollozando, con un poco de incertidumbre, pero sin dejar de sentir el cariño que se tenían.
Ese día, después de un cansado y silencioso viaje, llegaron por la noche a la Ciudad de Puebla, pasaron a dejar primero a Samantha junto con su hermano, despedirse no fue nada fácil, les dolía hasta lo más profundo del alma, pero tenían que poner buena cara, fingir una amistad, porque se supone que entre ellas era todo lo que había.
Sin tenerlo planeado, pasaron meses sin saber una de la otra, Samantha trató de localizar a Victoria pero su teléfono había sido cancelado, preguntó en la escuela por su hijo y éste había sido dado de baja, finalmente decidió irla a buscar a su casa, pero la casa se veía abandonada y nadie respondió a la puerta, con esto entró cada vez más en un largo silencio y depresión, hasta que su familia decidió mudarse a la Ciudad de México para que su papá recibiera mejor atención médica debido a que le habían detectado cáncer.
Samantha después de estar un tiempo trabajando en la gran Ciudad de México, decidió ingresar a la Escuela Nacional de Pintura y Escultura "La Esmeralda" (ENPE), para tomar clases profesionales de pintura, aunque aprendió a refugiarse en ésta, pero comenzó a llamar la atención de l@s profesor@s por su talento, lo que no sabían es que aquellas bellas pinturas con siluetas de mujeres se trataban de la mujer que más amaba en el mundo, de Victoria.
Al pasar el tiempo, en 1978 la ENPE consiguió un espacio en el bosque de Chapultepec para montar una exposición de las pinturas de l@s alumn@s más destacad@s, entre ellas las de Samantha. Así, acudieron muchas personas conocedoras y amantes de la pintura, pero también gente que pasaba por ahí con sus hij@s, entre esas personas estaba Victoria, quien se encontraba de paso en la Ciudad de México y había aprovechado para visitar el bosque junto con su hija.
En la sala de exposición, Victoria contemplaba una de las pinturas la cual se le hizo algo familiar, pero no fue hasta que vio el nombre de la autora que logró confirmar de quien se trataba, no pudo contener las lagrimas provocadas por grandes emociones, ya que se dio cuenta de que era ella dibujada semidesnuda por aquella mujer especial, le dio mucho gusto que Samantha por fin había logrado su sueño. Cada vez le latía más rápido su corazón al verse en varias de las pinturas que se encontraban en aquella sala, las cuales plasmaban su ser que nadie más conocía, tal y como era, sin apariencias, nadie podía saber ni tenían idea de que las pinturas eran parte de la expresión más profunda de dos mujeres que se amaban, que a pesar de no haber convivido mucho, se conocían muy bien. No paso mucho tiempo cuando se dirigió agitadamente a quien pudo, preguntando:
- Hola, me interesan mucho estas pinturas ¿Sabe dónde puedo localizar a la autora? pero lo único que obtuvo como respuesta fue que podía encontrarla en la ENPE porque era una estudiante de ahí, que no sabían más.
Al día siguiente, ella sola se dirigió temprano a la ENPE, cuando llego a esa escuela su corazón y sus ojos no dejaban de buscar por todos lados a Samantha, hasta que dio con la administración, pero le comentaron que por ser vacaciones l@s estudiantes asistirían hasta la próxima semana, ella preguntó si podían proporcionarle la dirección de Samantha Hernández Mejía, pero tuvo como respuesta que no podían dar datos de sus domicilios por confidencialidad, desesperada ante esto busco en el fondo de su bolsa un billete que discretamente le dio al señor que se encontraba ahí, quien finalmente le dio la dirección de Samantha.
Salió con pasos precipitados para tomar un taxi e ir a casa de Sam, que se encontraba a media hora de ahí, llego y toco la puerta un poco desesperada, en eso abrió un joven, se trataba de David, ella lo abrazo y le recordó quien era, él sonrió y dijo:
- Claro que te recuerdo, aquí te recuerdan mucho, bueno Samantha habla seguido de ti.
Ella no pudo evitar interrumpirlo y preguntarle:
- ¿Ah sí? ¿Se encuentra aquí? ¿Puedo verla?,
A lo que él respondió:
- Fue con mamá y mi hermano a ver a mí papá al hospital, sigue mal por el cáncer, pero si quieres pásate, para que la esperes, no ha de tardar.
Ella decidió pasar y sentarse en la sala, mientras platicaban de los tiempos que pasaron él y su hijo juntos en la primaria, se abrió la puerta, era Samantha, pero al ver a Victoria ahí, en medio de su sala, no supo cómo actuar, se quedo quieta un instante mientras se cruzaban sus miradas cargadas de emociones encontradas por aquel encuentro tan inesperado pero a la vez tan deseado.
Victoria se levanto rápidamente y se acerco para saludarla, Samantha desvió la mirada y le pidió a su hermano que si podía dejarlas solas, cuando por fin se encontraban una frente a la otra, Victoria no pudo evitar decirle:
- Sólo quería verte, lo último que quiero es molestarte, pero si quieres me voy,
Samantha:
- No es molestia, sólo estoy sorprendida, creí que no te volvería a ver, es todo,
Victoria:
- Yo también creí lo mismo, que nunca volvería a ver tus hermosos ojos, lo siento, pero tengo que platicarte lo que paso,
Samantha:
- Me da mucho gusto saber que estas bien, te desapareciste y no supe que hacer, aunque ahora que te veo no estoy segura de seguir con esto, quizá es mejor dejar las cosas como están,
Victoria:
- Creo que tenemos mucho por hablar del porque no me encontraste, ¿Qué te parece si vamos a tomar un café? así sabremos qué sucedió realmente,
Samantha en el fondo no quería dejarla ir otra vez y decidió ir con ella a tomar un café, mientras se dirigían a aquel lugar, revivió todos aquellos momentos tan hermosos que paso a su lado; por lo que no pudo evitar ilusionarse en volver a estar a su lado, de volver a sentir su calor, aunque se cruzaba una herida que la alejaba, pero sabía que podía ser sanada, porque aún la amaba y no había pasado un solo día en esos cuatro años que no la tuviera presente.
En el restaurante comenzaron a hablar de cosas un poco evasivas, como el estado de salud del papá de Samantha, del porque estaba Victoria en el DF, etc. Hasta que el tema del por qué habían ido ahí no se pudo hacer esperar y Samantha la interrumpió:
- ¿Por qué? ¿Por qué te desapareciste? me quede con el pendiente, creí que te había pasado algo malo o que simplemente que no querías volver a saber nada mi.
Victoria:
- Claro que quise volver a saber de ti, sólo que tiempo después me enteré que tu hermano ya no iba en la misma escuela, me dijeron que se habían mudado al Distrito Federal, pero no me supieron decir a dónde, creí volverme loca, no sabía que hacer, caminaba por las calles sin rumbo… arrepentida de lo que pudo ser entre nosotras, sentía que me moría poco a poco, al darme cuenta que no volvería a ver el brillo de tus ojos, escuchar las cosas tan lindas que me compartías, no poder disfrutar una vez más tu aroma.
Además, todo eso lo viví junto con un tedioso y largo divorcio, créeme que fue una pesadilla, pero finalmente enfrente mis miedos, los problemas con Gerardo siempre estuvieron presentes, pero la ida a Acapulco fue determinante, no pude comunicarme contigo después del viaje porque él se encargo de que no lo hiciera, quiso que nos mudamos a Zacatlán, ya que se dio cuenta de cuando nos besamos el último día que estuvimos juntas, ¿Te acuerdas? antes de que amaneciera. Se levantó al baño y nos estuvo observando detrás de la ventana sin decir nada, pero en cuanto llegamos a la casa, me encerró en el cuarto para enfrentarme, estaba esperando cualquier motivo para soltarme una bofetada que no se hizo esperar cuando le dije que sí, que estaba enamorada de ti y que quería divorciarme, él comenzó a romper cosas, yo escuchaba a lo lejos como mis hij@s gritaban y lloraban, pero de los golpes perdí el conocimiento. Cuando logré volver en sí, estaba en el piso ensangrentada mientras Gerardo ya borracho me decía que me iba a quitar la custodia de l@s niñ@s por “pinche marimacha”, “que si no había aprendido a estar con un buen hombre que me había dado todo”, en fin para no hacerte el cuento más largo, me internaron por unos días, la policía fue sobornada por él, aunque no creo que hayan querido hacer mucho debido a las circunstancias.
Cuando logré salir del hospital, y estar por fin lejos de él, fue cuando te busqué, pero fue demasiado tarde. Sólo quiero que sepas que no quise hacerte daño, en un principio sólo necesite tiempo para ubicar mis ideas, saber que amaba a una mujer y que estaba decidida a luchar por lo nuestro sin que me importara lo que dijera la gente”.
En ese momento, ambas se tomaron de las manos, se miraban entre lágrimas, Samantha le dio a entender que la amaba con todo su corazón.
Samantha:
- Yo te pido una disculpa, si hubiera insistido, hubiera podido estar a tu lado en esos momentos tan difíciles, deseo compartir muchas cosas contigo, también luchar ante la gente por lo nuestro y no perderme una vez más de tu ser.
Después de esto, se dieron otra oportunidad en donde se reencontraron sus labios y su piel, volvieron a sentir aquel cosquilleo que recorría en un instante todo su cuerpo; lo que las invitaba a la pasión pero también a la esperanza.
Así pasaron los años viviendo juntas en la Ciudad de México, Samantha daba clases de arte y vendía sus obras, Victoria trabajaba en una oficina de gobierno, eso era suficiente para vivir bien, un día a la vez, aunque tenían momentos difíciles pero nada que no pudieran solucionar, ayudaba el amor que se tenían entre sí, además, ante la discriminación, encontraron un gran cobijo en el feminismo de la época que trajo cambios radicales, también procuraban participar en todo lo que podían; asistían a grupos de autoconciencia donde encontraron muchas respuestas.
Victoria retomó el montañismo, así que cada que les era posible, iban a escalar los volcanes del país, donde acampaban en medio de la naturaleza, contemplaban las nubes, la luna y las estrellas, meditaban, descansaban... gozaban.
FIN

*Imagen tomada de: http://www.politicamundial.com/destacado/mujeres-representan-el-54-de-quienes-emigran-de-america-latina.html